martes, 21 de diciembre de 2010

Ley Pro-Cine o Pro-Mercantilismo cultural

El congreso de la república y su vasta cultura mercantilista hace poco acaba de aprobar la denominada Ley Pro-cine.
No se procurará ahondar en tema legislativo de la mencionada ley, pero es necesaria una perspectiva poco contemplada de dicha ley.

Esta nueva ley en favor de la cinematografía nacional es un artilugio legal que privilegia a un grupo determinado de las artes, puesto que el argumento del estado benefactor es falacia sobre falacia, donde el estado en nada beneficia, ya que detrás de la frase “promoción de la cultura” se encuentra algo más que una simple ley a favor de unos sobre el perjuicio de otros. Si se pretende comprender el espacio que abarca la promoción cultural y las artes, es necesario avizorar el infinito número de artes que buscan el desarrollo de la cultura, no acabaríamos nunca la lista de los que se necesitaría beneficiar que procuran desarrollar las artes, como lo son las decorativas, las pictóricas, las literarias, las arquitectónicas, el arte corporal, la gastronomía, la pirotecnia, el grabado, la fotografía, las digitales, la música, la escultura, la orfebrería, etc. En realidad suponer dar un porcentaje del empresario o el consumidor por cada arte que impulse la cultura es una mentira, más si está detrás de ella un mercantilismo cultural o privilegio mercantil. ¿Qué hace superior al actor y el cine en general sobre el pintor, el fotógrafo o el aerógrafo profesional, que lo hace exigir un porcentaje de nuestros impuestos y un aporte extraordinario obligatorio?, quien sabe.

Se ha eliminado el 10% del impuesto de promoción municipal (IPM), y se ha establecido una nueva tributación a favor del cine nacional con un 3.33% del costo por entrada, es decir que el consumidor paga ese 3.3%. De todo esto, los más beneficiado son las empresas cinematográficas, ya que pagaría menos porcentualmente en comparación con el eliminado IPM y puede elevar un poco el costo por entrada, si así le place, y el consumidor es el único perjudicado monetariamente, puesto que por lo mismo que paga pudo en el corto plazo obtener mayor de lo que ahora obtendrá, el cine nacional es beneficiado aunque no como quisieran, se proyecta que obtendrán 8 millones de soles “extra”, no por añadidura empresarial sino por mercantilismo cultural, a pesar de que en los últimos años sus ingresos casi se han duplicado sin ningún tipo de apoyo, en concreto, un pequeño y minúsculo grupo es por tanto beneficiado, no la cultura ni el arte, sólo el cine y los empresarios que están en el rubro, y los consumidores y la cultura en general que sigan de espectadores de aquella película.

Dentro de la poca lucidez que pudieran tener los integrantes del congreso, no se les ocurre beneficiar al cine y a todas las artes eliminando los impuestos que gravan a las artes; ya que al extirpar ese porcentaje monetario del consumidor, vía impuestos, lo único que hace es complicar más aún el desarrollo económico del empresariado cultural y la acumulación de nuevo capital para futuras inversiones, con los impuestos solo logra implantar una cultura de la no innovación, disminuyendo la competencia. Si se elimina, en cambio, el impuesto a las entradas, se beneficiaría la empresa distribuidora, contrataría más personal, habría más competencia, la demanda se desarrollaría por añadidura empresarial y por tanto la cultura cinematográfica crecería, como ha sucedido en este tiempo sin ayuda, está es la mecánica del mercado y perfecto sería una visión y aplicación más amplia del tema llevada a un contexto global de la cultura y la economía, por el contrarío, es la cultura mercantilista lo que prima hoy en día

Richard T. Tapia
JLP

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